¿Para qué
observan mis clases? ¿Me observarán para aconsejarme sobre qué debo mejorar?
¿Vienen a ver si los estudiantes me hacen caso? ¿Vienen a observarme para
analizar si me renuevan el contrato para el próximo año? ¿Quieren observar lo
bien que lo hago para replicarlo?
Son algunas de las tantas interrogantes que pueden pasar por la cabeza de un
docente, cuando otra persona, se dispone a observar sus prácticas en aula. De
esta forma, una pregunta que parece de fácil respuesta, podría no ser tan así.

Una gestión que no deje detalles al azar
Como toda práctica,
la observación en aula no está exenta de nudos críticos. Acá, se pueden extraer
problemáticas tales como: no contar con un propósito para las observaciones, aplicar pautas sin
consenso previo con los docentes, ambigüedad en lo que se pretende observar, no
realizar retroalimentaciones de lo observado, temor de los docentes a una
instancia punitiva, entre otras.
La importancia de no
dejar detalles al azar, puede ser un aspecto clave para evitar posibles
problemas. Sin ir más allá, existen detalles que los encargados de esta
práctica tal vez ni siquiera consideran trascendentes, sin embargo, podrían
transformarse en el inicio de una reticencia no menor por parte del equipo
docente.
Como prueba de lo
anterior, una pauta con indicadores precisos, consensuada y aprobada por todos,
podría tener alguno de los siguientes encabezados: “Supervisión en Aula”,
“Evaluación en Aula”, “Acompañamiento al Aula” u “Observación de Clases”. Sin
entrar a explicitar las definiciones de la RAE para los conceptos ya
mencionados, la pregunta que surge a partir de lo anterior es: ¿impactará
el encabezado de la pauta en la disposición del docente frente a esta práctica?
Lo más seguro es que sí, y tal vez, sea una variable que repercuta al momento
de aplicar la pauta “aprobada por todos”, no sólo en el que es observado, sino
también, en el que observa.
La relevancia del
valor que le puedan asignar los propios docentes a esta práctica, puede
impactar directamente en su actitud para con quien observa.
Gran responsabilidad
de ello, principalmente, recae en la
gestión que lleven a cabo los
equipos encargados de la práctica, los cuales deben resguardar con
proactividad, todos los aspectos que puedan potenciar o debilitar el buen
desarrollo de ésta.
La finalidad
La observación de
clases debe tener una finalidad formativa, la cual sea conocida, compartida y
sobre todo, coherente con los propósitos establecidos en el Proyecto Educativo
Institucional.
De esta manera, los
lineamientos para esta práctica tendrán un sentido más participativo y
significativo, contribuyendo así, a la búsqueda de un mejoramiento en la
gestión docente, que impacte positivamente en los logros de aprendizaje de los
estudiantes.
En síntesis, que
cada docente NO se haga la pregunta ¿para qué me observan? Debería ser
claramente un indicio de que el equipo a cargo de la práctica SÍ respondió y
compartió la pregunta ¿para qué observar clases?
Así, y mejorando
detalles como conceptos, precisiones y acuerdos (por ejemplo de observaciones con
aviso y/o sin aviso), esta práctica se convertirá en uno de los principales
conductos para la mejora continua de cada institución educativa.
Blog:Alexis
Moreira
No hay comentarios:
Publicar un comentario